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Las
6 horas de 'El ocaso de los dioses' cierra en el Liceu la tetralogía
de Richard Wagner
MARTA CERVERA
BARCELONA
Intriga, engaņos, complots, juramentos de amor eterno, malos augurios,
ninfas, elfos valquirias, cuervos y el anillo que simboliza el poder y
la destrucción. Con todo ello, Richard Wagner compuso El ocaso
de los dioses, la ópera con la que el Gran Teatre del Liceu
despide hoy el primero de los nueve ciclos programados de la tetralogía
El anillo del nibelungo.
La soprano Deborah Polaski y el tenor John Treleaven vuelven a ser la
leal Brunilda y Sigfrido, el héroe que no conoce el miedo. Los
dos forman un buen tándem, tanto en escena como entre bambalinas,
donde se comportan como buenos amigos, sin rivalidad y con cariņo.
"Deborah es fantástica", comenta el fornido Treleaven, que
hace dos temporadas ya formó pareja con ella en el Liceu con otro
Wagner, Tristanec Isolda. Polaski ha interpretado a Brunilda en
más de 200 ocasiones, todo un récord. Es el personaje que
más ha cantado, seguido de Elektra, de Strauss, que calcula haber
encarnado 150 veces. "Ambas son fuertes emocionalmente. Exigen mucho".
Treleaven ha sido Sigfrido una veintena de veces, pero en ninguna se ha
sentido tan a gusto como en esta producción que se representa en
el Liceu, con dirección escénica de Harry Kupfer. "He
aprendido una barbaridad. Nunca había llegado tan lejos y todo
gracias a esa visión tan clara que Kupfer ofrece de la obra y el
personaje.", seņala el tenor, eufórico ante la propuesta del
director |
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para
volver a trabajar juntos.
Polaski también le adora. Ella ya formó parte del
reparto que estrenó esta producción en el Festival
de Bayreuth, en 1988. "Kupfer exige que te entregues tanto a
lo que dices como a lo que cantas. Por eso sus personajes son auténticos
y sus montajes, verdadero teatro musical", destaca la soprano.
Ella debutó como valquiria con Sigfrido en 1981. Desde
entonces, no ha dejado de incorporar matices. De las tres jornadas
en las que aparece en El anillo del nibelungo, se queda con
el capítulo final. En El ocaso de los dioses su personaje
es más maduro y experimenta muchas emociones. "Primero
ama a Sigfrido sabiendo que debe dejarlo partir, des- |
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Los
protagonistas
DEBORAH POLASKI
Y JOHN TRELEAVEN
VUELVEN A SER
BRUNILDA Y SIGFRIDO
pués es traicionada por él, obligada a casarse
con otro, interviene en su asesinato y, al final, se inmola junto
a su amado", dice, en un rápido repaso de esta obra de
seis horas, con descansos incluidos. "Acabo como si una apisonadora
me hubiera pasado por encima". Para Treleaven también
es duro. Con más de 40 aņos, dar vida a un personaje joven,
ese hombre, "tan maravilloso, ingenuo y bello", exige una
gran entrega. "No sólo ejercito |
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la
voz, también necesito estar en forma física y mentalmente.
Por eso, acudo al gimnasio". Y cuida su dieta. En su camerino
le aguarda la cena: un plátano, una manzana y una naranja.
Tanto Polaski como él están orgullosos de la gran
acogida del público del Liceu y del ambiente de trabajo en
el teatro. "Siempre hay algo que falla, pero en esta producción
todo funciona a las mil maravillas: la música, los colegas,
la manera de trabajar, la amabilidad de la gente del teatro, la
ciudad. Me siento muy bien", reconoce Polaski. Su compaņero
de reparto, que pronto se trasladará a Sitges para disfrutar
de la costa, aņade: "En Barcelona siempre pasan cosas interesantes."
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